El romero ( Rosemarinus officinalis), símbolo de fidelidad, se utilizaba en ceremonias nupciales. Su nombre deriva del latín «Rosmarinus», que significa «rocío del mar». El romero es muy aromático y tiene un ligero efecto astringente sobre la piel. Tiene una larga historia de uso culinario y medicinal.
Como muchas otras hierbas picantes, el romero tiene propiedades antibacterianas. Antes de la refrigeración, hierbas como el romero, el tomillo y el hisopo se frotaban en la carne fresca para evitar que se echara a perder.
Gracias a sus propiedades antibacterianas, esta hierba puede ayudar a tratar el acné y las afecciones de la piel grasa. El ácido rosmarínico, un componente natural del romero, posee potentes propiedades antiinflamatorias. Diversas investigaciones sugieren que puede ayudar a calmar afecciones cutáneas inflamatorias como la dermatitis atópica y el eccema.
Se cree que el aroma estimulante del romero ayuda con los dolores de cabeza, la fatiga mental, el agotamiento nervioso y el estrés. Despeja la mente y promueve la claridad mental. Refresca y estimula un cuerpo aletargado, energiza y regenera.
Las hojas de romero molidas proporcionan una exfoliación suave cuando se agregan al jabón.
En el cuidado capilar, el romero se ha utilizado durante siglos para ayudar a reducir el debilitamiento y la caída del cabello. Favorece el crecimiento del cabello y lo fortalece al mejorar el flujo sanguíneo al cuero cabelludo. El romero también posee propiedades antibacterianas y antifúngicas que ayudan a calmar el cuero cabelludo.
Un enjuague de té de romero facilita la manejabilidad del cabello y le aporta brillo y lustre. Sus propiedades antiinflamatorias ayudan a nutrir los folículos pilosos, calmar el cuero cabelludo irritado y reducir la caspa.